¿Diversidad lingüística sin conflictos?

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Recientemente publiqué una entrada en el blog (aquí podéis leerla: Lenguas y conflictos sociopolíticos en el mundo) en la que exponía algunos ejemplos de países y regiones del mundo donde perviven conflictos lingüísticos, que, en realidad, como decía en aquella entrada, responden casi siempre —por no decir siempre— a causas extralingüísticas. Hoy, sin embargo, quiero traerles, muy brevemente, dos referentes de países donde la cuestión de la diversidad lingüística se afronta y resuelve razonablemente bien (sobre todo en uno de ellos). Como es natural, esto no significa que sean modelos perfectos (nada lo es, en realidad). Tampoco que sean exportables o mimetizables en cualquier latitud del orbe. En absoluto. Pero sí confirma, al menos, que existen otros patrones, paradigmas, referentes o modelos de Estados donde los mosaicos lingüísticos se organizan de tal forma que ninguna comunidad lingüística, en general, está por encima de otra.

Trasladémonos primero a Suiza, Estado enclavado en pleno centro de la Europa continental. Suiza es quizá uno de los ejemplos prístinos y cristalinos de respeto entre diversas comunidades de hablantes de distintos diasistemas lingüísticos, lo cual se refleja en primer lugar en su Constitución, de 1999, en concreto en su artículo 4 (aunque, en realidad, va mucho más allá de una mera formalidad jurídica). Al contrario que países plurilingües como Bélgica o la propia España, en Suiza la diversidad lingüística es, paradójicamente, lo que ensambla al país. En la Confederación Helvética no existe una sola lengua oficial, obligatoria, sino que las cuatro lenguas consideradas nacionales, las más habladas, son idiomas oficiales: alemán, francés, italiano y romanche. Para ser precisos, el italiano, el francés y el alemán tienen un estatus jurídico idéntico, mientras que el romanche goza de una suerte de semioficialidad (se contempla su derecho de uso en las administraciones públicos). Como recoge el reportaje de BBC News Mundo que aparece al final de la presente entrada, es muy común que en el país helvético se organicen actos culturales en los que se simultanean las cuatro lenguas.

No obstante, como era de esperar, son el alemán y el francés, además del inglés —idioma no oficial, pero sí cada vez más hablado—, las lenguas más usadas en el día a día por la mayoría de los suizos; en concreto, distintos cálculos realizados muestran un porcentaje de en torno a un 60 % de suizos que hablan alemán como primera lengua en 17 cantones, mientras que el francés se extiende por 4, y el italiano por 1. Otro dato para nada baladí es que hay un cantón, Grisons, que es trilingüe, mientras que otros tres son bilingües en la práctica. Como decía al principio, todo ello no significa en modo alguno que el abigarrado paisaje lingüístico suizo sea una Arcadia feliz. Como reconoce Büchi, el idioma alemán tiene una gran preponderancia por motivos económicos, y tal cosa genera en ocasiones fricciones. Pero ¿no es hasta cierto punto lógico que, con la condición de que exista una nítida igualdad entre lenguas (en realidad, entre hablantes de distintas lenguas), existan lenguas que gocen de más uso que otras por motivos económicos, tecnológicos, etc.? Lo que no debería existir es privilegios de ningún tipo para ninguna comunidad idiomática.

Otro país que puede también brindar al mundo políticas y prácticas lingüísticas de reconocimiento mutuo es, en cierta medida, Canadá (el segundo país más extenso del mundo, donde se reconocen como oficiales el inglés y el francés, además del inuktikut, inuit o inupiak, en los Territorios del Noroeste y en el Quebec). El estudio de Zamorano, Rius y Bonet arroja bastante luz al respecto. Así, el Gobierno federal lleva años promoviendo planes de apoyo y promoción de las lenguas aborígenes y del entendimiento entre los dos grandes grupos de hablantes, el anglófono y el francófono. Si bien, como digo, los conflictos interlingüísticos son mayores que en el caso suizo, los canadienses han sido capaces, hasta ahora, de mantener unos mínimos cauces comunes de comprensión y reconocimiento mutuos entre hablantes de una lengua y otra. ¿No deberían cundir estos ejemplos, profundizándolos incluso? ¡Un servidor opina que sí!

Fuentes

BBC News Mundo (2018). El secreto para mantenerse unido con cuatro lenguas.

Promotora Española de Lingüística (PROEL, 2020). Lengua inuit. Edición digital.

PROEL (2020). Lengua romanche. Edición digital.

Zamorano, M. M., Rius, J. y Bonet, L. (2018). Autonomía y cooperación en los modelos federalizantes de política cultural. Análisis comparativo de los casos de Alemania, EEUU, Canadá, Suiza, Reino Unido y España. Política y Sociedad, 1 (55), 189-210.