¿De dónde provienen las lenguas que hablamos en todo el mundo?

En esta lacónica entrada tan solo pretendo dos cosas: una, mostrar a través de unas infografías la evolución de todas las lenguas del mundo; dos, que descubran, si es que no lo han hecho ya, uno de los portales sobre lingüística más importantes de todo el mundo, el Ethnologue (de donde, dicho sea de paso, he extraído estas infografías).

No olviden que todas las lenguas del mundo son distintas e iguales al mismo tiempo. No olviden de dónde provienen las palabras con las que exhortamos, llamamos, indicamos, amamos, vociferamos, instamos, vituperamos, lloramos, reímos, insultamos, calumniamos, adoramos, odiamos y vacilamos.

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«Cómo es» la nada en Beckett

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Lo que digo no significa que de aquí en adelante no habrá forma en el arte. Sólo significa que habrá una nueva forma y que esta forma será de una clase que admita el caos y no diga que el caos es realmente otra cosa (…). Encontrar una forma que se adapte al caos es ahora la tarea del artista (Samuel Beckett).

Leer al autor de El innombrableMolloy, Malone muereEsperando a GodotFinal de partida Los días felices supone siempre explorar y aventurarse por un sendero literario que recorre el lado más surrealista, áspero y absurdo de la condición humana. No obstante, hay una obra del irlandés Samuel Beckett que, por las razones que veremos a continuación, destaca tanto en lo relativo al contenido como, sobre todo, en lo tocante al continente. Nos referimos a la novela Cómo es.

La obra, que vio la luz en 1961, fue escrita en francés, idioma conocido a la perfección por Beckett y en el que escribió buena parte de su obra. Su título original, Comment c’est, se lee en la lengua de Molière de idéntica forma a como se lee commencer (comenzar), lo que ya nos aporta una pista sobre la esencia del escrito cuya breve crítica nos ocupa hoy aquí. ¿Comenzar? ¿Qué es lo que hay que comenzar (si es que hay que comenzar algo)?

Primeramente, desde el punto de vista narrativo, Cómo es constituye el mayor éxito del escritor irlandés en su intento de deconstruir las estructuras tradicionales de la narrativa. Para quien no conozca esta obra de Beckett, el primer elemento que conviene destacar de ella es que la novela está construida en base a una estructura tripartita en la que nos enfrentamos a párrafos —de no más de trece líneas— sin signo de puntuación alguno y con la automática expresión escrita de las ideas que recuerda al estilo surrealista de André Bréton («lo digo como lo oigo», repite en muchas ocasiones Beckett en un ejercicio de exoneración narrativa). El ritmo y el estilo de lo narrado llevan al lector a un crescendo —y, en ocasiones, a un verdadero frenesí— en el que los pensamientos del protagonista se agolpan y entrecruzan tal como lo hacen nuestros pensamientos desordenados, esa voz interior que algunos han denominado el origen atávico de la conciencia humana. La única pausa que el lector hará al leer este texto organizado en pequeños conjuntos separados por un espacio será la que le marque su propia respiración o su percepción literaria. Pero ¡cuidado, estimado lector!, porque al final puede terminar reventando como el propio narrador:

entonces eso puede cambiar no hay respuesta terminar no hay respuesta yo podría ahogarme no hay respuesta hundirme no hay respuesta ya no manchar el barro no hay respuesta la oscuridad no hay respuesta no perturbar más el silencio no hay respuesta reventar no hay respuesta REVENTAR aullidos PODRÍA REVENTAR aullidos VOY A REVENTAR aullidos bueno

Cómo es está repleta de retruécanos y juegos de palabras de toda clase que constituyen la prueba más palmaria del hondo estilo surrealista y nihilista de Samuel Beckett (un surrealismo, dicho sea de paso, muy diferente al de Ionesco, pues en el caso del irlandés no se trata de poner a la realidad frente al espejo deformante, sino que aparentemente no se cuenta nada, ni se cuentan los porqués ni los cómos ni los dóndes):

entonces antes de encontrarme de nuevo en el mismo punto y sensiblemente en el mismo estado seré sucesivamente

víctima del 4 en a en viaje por ab verdugo del 2 en b abandonado de nuevo pero esta vez en b víctima de nuevo del 4 pero esta vez en b en viaje de nuevo pero esta por ba verdugo del 2 de nuevo pero esta vez en a y al fin de nuevo abandonado en a y en estado de volver a empezar

correcto

Pero, bajo mi punto de vista, en Beckett se esconde todo detrás de la nada. O, por emplear otras palabras, de la nada surge el todo y el todo lleva a la nada. Por eso en Cómo es no podemos saber muy bien de qué se habla en general y, al mismo tiempo, nos sentimos identificados con todo lo que cuenta el narrador sobre ese personaje misterioso que siempre parece azorado, angustiado, herido, indeterminado. Y esto no por capricho, sino porque el célebre autor irlandés no pretendió contar nada, o no pretendió contar aparentemente nada.

Pero, entonces, ¿dónde se desarrolla la acción de esta novela? Lo único que sabemos es que el espacio en el que tiene lugar la «acción» es un universo lleno de barro y oscuridad. En ese fango, el protagonista no tiene la posibilidad de diferenciar dónde estuvo, dónde está y dónde estará. En este sentido, cuando leemos y releemos Cómo es nos hallamos frente a una novela completamente subyugada por la indeterminación, una indeterminación que provoca que el sentido tradicional de la novela sea volado en pedazos, de ahí que la crítica literaria en general haya interpretado que esta obra carece de sentido.

En honor a Beckett, concluyamos este breve aporte crítico a uno de los grandes escritores de la literatura occidental del siglo XX recordando que la vida bueno ya saben lo que algunos llaman hoy subsistencia no puede expresarse a veces expresarse siempre partiendo de la nada nada nada que es como hablar del todo todo todo del caos que es bueno ya lo dijimos anteriormente indeterminación siempre indeterminación.

¿Con o sin solución de continuidad? Un ejemplo de la complejidad del trabajo de corrector

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Me complace enormemente inaugurar con esta breve entrada el apartado reservado en mi blog para el apasionante y difícil trabajo de corrector ortotipográfico y de estilo. En este caso, haciendo uso del método inductivo vamos a comprobar la dificultad que encierra esta labor al tratar con una realidad dinámica, viva y multifactorial como son las lenguas (concretamente el castellano). Veamos qué podemos extraer del sintagma solución de continuidad, que, como se suele decir coloquialmente, se las trae.

Imaginemos que un corrector se encuentra con la siguiente oración:

No hay solución de continuidad entre los disturbios acaecidos en Ferguson (Misuri, EEUU) y la opresión de índole racial, social y económica que sufre gran parte de la comunidad afroamericana.

¿Sabría el lector decirnos si, según se dice en la oración anterior, hay o no vínculo entre la primera idea (los disturbios que sacuden la ciudad norteamericana) y la segunda idea (la desigualdad racial, social y económica en los Estados Unidos de América)? ¿Y los correctores? ¿Sabemos en general interpretar correctamente la expresión sin solución de continuidad?

Pero no empecemos la casa por el tejado, así que veamos, primeramente, cómo desentrañar la dificultad que encierra esta expresión. Este complejo problema, que forma parte de lo que algunos lingüistas denominan «las ramificaciones del lenguaje», requiere que el corrector se detenga para estudiarlo con profundidad y cautela. No obstante, a primera vista el problema parece fácil de resolver: solución de continuidad equivale a discontinuidad, mientras que sin solución de continuidad equivale a sin discontinuidad. Pero, como observamos los correctores, esta idea se olvida rápidamente, y no solo en el caso de lectores o escritores noveles.

Entonces, ¿por qué tantas dudas y confusiones al respecto? Por la idea general que los hablantes de castellano tenemos del vocablo solución, que ha perdido ya su significación original (el de ‘separación’) y que, por ende, no se corresponde con las acepciones más comunes recogidas por el Diccionario de la RAE, institución que ya registró la expresión en 1899, definiéndola como «interrupción o falta de continuidad».

En el día a día, e incluso en la comunicación institucional y empresarial, se percibe claramente una confusión cada vez mayor con respecto a esta expresión, lo que debe llevarnos a los correctores a hilar muy fino al encontrarnos un documento con la expresión, pues es muy posible que no esté bien empleada. Por ejemplo, es muy recurrente encontrar mensajes de empresas en los que estas, para comunicar que garantizan un servicio permanente (es decir, sin interrupciones), hablan de solución de continuidad, cuando deberían decir sin solución de continuidad.

Recapitulando, tanto para lectores y escritores noveles como para correctores ortotipográficos y de estilo, el secreto para poder afrontar correctamente esta expresión es recordar siempre que solución no equivale a su acepción más extendida (es decir, «acción y efecto de resolver una duda o dificultad», según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua), sino a ‘separación’. Teniendo claro esto, no importa que nos encontremos con el sintagma solución de continuidad o con el sintagma sin solución de continuidad, ya que la única dificultad estriba en saber de qué hablamos cuando escribimos o decimos solución en esta enmarañada locución. Por todo ello, si alguien escribe que no hay solución de continuidad entre los disturbios de Ferguson y la específica situación socioeconómica de la mayor parte de la población afroamericana, está queriéndonos decir que no hay separación de continuidad entre una cuestión y otra, esto es, que no hay falta de vínculo o relación entre una y otra (o, dicho de forma más sencilla aún, que hay relación entre ambas variables).

En el país de los hombres de maíz

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La vejez es un arrepentimiento tardío: le vaya a uno bien o le vaya mal, después de pasado el tiempo siempre tiene uno la impresión de que ha perdido el vivir en el vivir mesmo…

Ramos.

1949 es el año en que se publica una de las obras cumbre de la literatura hispanoamericana en castellano: Hombres de maíz. La novela, escrita por el célebre escritor guatemalteco Miguel Ángel Asturias, posee una singularidad inconfundible a ojos de críticos y lectores. Hombres de maíz es considerada uno de los grandes referentes de lo que podríamos denominar la «protohistoria del realismo mágico», ese maravilloso constructo literario esculpido por autores de la talla de Gabriel García Márquez o Juan Rulfo en el que lo real y lo mágico se entremezclan en una literatura totalizadora, que busca dar cuenta de todo lo divino y lo humano desde una óptica policromada y latinoamericana.

La novela de Asturias es una radiografía mágica de un mundo implacable, tiránico y demoledor pero, a pesar de todo, dinámico y con vías de escape para reencontrarse siquiera parcialmente con lo más hondo del ser humano, con ese yo histórico que el guatemalteco explora con tanto denuedo y con una pluma tan afilada.

Hombres de maíz está cargada de momentos narrativos muy audaces (basta analizar solo superficialmente la maestría de los diálogos entre campesinos e indígenas), de detalles geniales, producto de una técnica expresionista y onírica, y de un estilo inconfundiblemente barroco y poemático, lleno de símbolos, imágenes y efectos musicales que hacen que esta obra sea virtuosa a la par que difícil de leer.

El bisturí incisivo del nobel guatemalteco penetra hasta lo más profundo de los tejidos de las comunidades indígenas, que se ven asoladas y trastornadas por el empuje arrollador y expansivo de la civilización capitalista, que termina por carcomerlo todo. Los seres que moran en la tierra del maíz ven amenazados su modo de existencia y su cosmovisión por los intereses de las empresas que pretenden explotar económicamente su territorio. Gaspar Ilom es el nombre de su guía; es el que está llamado a conjurar el peligro de la eliminación física, espiritual y simbólica del mundo indígena. Es este el personaje que centraliza la novela en la primera parte, mientras que en la segunda parte es Nicho, el cartero (correo, al decir de Asturias), el que inunda el libro con la desesperada búsqueda de su esposa. Ese es el momento en el que cobra especial sentido uno de los grandes motivos de la obra: el nahualismo, ese elemento esencial de la civilización maya que expresa la capacidad del ser humano para asumir la forma de su animal guardián, el responsable de colocar una pantalla protectora del imaginario indígena contra la invasión del mundo del dinero.

Hombres de maíz es una alegoría alambicada sobre un imperialismo que transforma —sojuzgando— la cosmovisión y el cosmos de las comunidades indígenas americanas. No obstante, tal como argumentó el crítico literario Jean Franco, en la novela ha lugar para la nota utópica: los seres humanos se transforman en hormigas para transportar el maíz que han recolectado.

Que la novela de Miguel Ángel Asturias es profunda, compleja y complicada en lo que a estilística se refiere queda patente en esta intervención del personaje Tatacuatzín (que es también una zarigüeya en Guatemala):

No, si el negocio no estuvo malo, bueno estuvo, lo malo es que lo malo, y entre lo más malo, lo más malo de lo más malo de lo más malo, de lo malo de lo que no hay más malo de malo, lo peor… es que nos hayamos chupado el garrafón hasta ver a Dios.

Tatacuatzín.

En lo que concierne al tema de la denuncia política y social de la novela, hay diálogos, como el de La Doña, en el que son explícitas y evidentes las denuncias que realiza el nobel latinoamericano sobre la perturbación que sufrieron los pueblos indígenas mesoamericanos ante las embestidas de los que se adueñan de todo lo tangible e intangible. Sirva como ejemplo el siguiente fragmento de este personaje singular:

Los ricos son ricos porque es gente que se arriesga a robar el pisto a otros, comerciando, fabricando cosas, todo lo que vos querrás, pues mucho dinero junto en una sola mano siempre tiene algo de robo contra los demás…

La Doña.

Para concluir, a un servidor le gustaría remachar todo lo dicho con una invitación a la lectura (o relectura) de un clásico latinoamericano que fue incomprendido en los primeros años. Leer Hombres de maíz es adentrarse en la protohistoria del realismo mágico latinoamericano, es iniciar una gran excavación arqueológica por el universo vital, existencial, léxico, semántico y semiótico de las gentes que no viven del maíz, sino que son el maíz mismo, la tuza que envuelve las aspiraciones y los anhelos vitales de esos seres que habitaban y habitan en lo más profundo de América.

El armenio, una lengua milenaria y desconocida en el mundo

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Partiendo de la premisa de la dignidad de todas las lenguas que existen en el mundo, hoy voy a centrarme en un idioma muy poco conocido en Europa y, particularmente, en España: el armenio. En esta breve entrada daré unas pinceladas sobre la protohistoria de este sistema lingüístico y las características fundamentales del armenio moderno. Además, aportaré bibliografía básica —en francés, italiano, alemán e inglés— para quien desee profundizar en el estudio y el conocimiento de esta lengua de origen indoeuropeo.

El armenio es la lengua oficial de la República más meridional de las antiguas repúblicas soviéticas. Actualmente es un idioma hablado por casi cuatro millones de personas en un territorio que tiene aproximadamente 29 900 km². Por otro lado, la variedad de la coiné* dialectal occidental** del armenio es conocida y practicada, además de por la minoría armenia residente en Turquía, Georgia, Azerbaiyán, Líbano, Rusia o Siria, por emigrantes o descendientes de emigrantes en distintos Estados del mundo (Canadá, México, Argentina, Uruguay, etc.). En la actualidad, el territorio sobre el que se extiende la variedad oriental de la lengua armenia es la República de Armenia y el enclave del Irán norcoccidental, el lugar de origen de esta nación eurasiática.

La primera mención histórica del pueblo armenio data de las inscripciones de Darío I en Behistún. La protohistoria del armenio llega hasta fechas relativamente recientes. Y es que el armenio clásico (denominado grabar) solo está documentado desde el siglo V d. C., después de que el sacerdote Mesrop elaborara un alfabeto con signos para las vocales mucho más similar al modelo griego que a los sistemas minorasiáticos de escritura. (No obstante, la tradición refiere igualmente un alfabeto anterior elaborado por el obispo sirio Daniel, que posteriormente sería abandonado por no adecuarse al inventario fonológico del armenio.)

Según afirma el investigador Roberto Ajello, fueron dos las razones que empujaron al catholicos Sahak y al rey de Armenia, Vramšapuh, a confiar a Mesrop el encargo de crear el alfabeto: por una parte, el hecho social de que creciera la distancia entre el pueblo y la práctica religiosa, ya que la liturgia se oficiaba en griego o en sirio, dependiendo de la región; por otra parte, el hecho de naturaleza política consistente en la intención de frenar el empuje del mazdeísmo*** sobre el reino de Armenia.

Desde el punto de vista léxico, el armenio moderno bebe en gran parte de la familia de lenguas iranias, sobre todo de origen parto. (De hecho, hasta 1897, año en que Hübschmann realizó un trabajo de investigación determinante para el estudio de este idioma, la mayoría de los estudiosos consideraban el armenio como una lengua irania.) Además, tiene una gran cantidad de léxico importado del turco, el árabe, el griego koiné o el siriaco.

En lo que concierne al sistema consonántico armenio, cabe decir que difiere de manera notable del de otros idiomas indoeuropeos. Así, tiene tres series de oclusivas, siendo una lengua demoninada «satem» (esto es, que sufrió un cambio fonético determinante consistente en la palatalización de determinadas consonantes).

Y ahora, ¿qué tal si practicamos un poco de lengua armenia de nivel básico?

Espero que hayan disfrutado de esta última entrada sobre Lingüística comparada. En el próximo artículo escribiré sobre uno de los grandes fundadores del realismo mágico latinoamericano, Miguel Ángel Asturias, y su gran novela, Hombres de maíz.


 Notas

*La coiné (o koiné) es la lengua común que resulta de la unificación de ciertas variedades idiomáticas.

**La diferencia esencial entre el armenio occidental y el armenio oriental estriba en las consonantes oclusivas, que el armenio occidental ha transformado de la siguiente forma: p > bb > p (en armenio occidental se diría parev, mientras que en armenio oriental se diría barev). La característica más notable del armenio occidental es que ha desarrollado multitud de fusiones fonémicas, posiblemente por su cercanía a las comunidades de hablantes turcófonas y arabófonas. Por último, conviene saber que el moderno armenio estándar de la República de Armenia es una variante del armenio oriental.

***El mazdeísmo era la religión del antiguo pueblo persa, que postulaba la existencia de dos principios divinos: uno bueno, Ormuz, creador del mundo; y otro malo, Ahrimán, destructor.

Bibliografía

BOLOGNESI, Giancarlo (1954), «Ricerche sulla fonetica armena», en RL 3: 123-54.

GODEL, Robert (1965), «Les origines de la conjugaison arménienne», en REArm N. S. 2:21-41.

HÜBSCHMANN, Heinrich (1883), Armenische Studien. I: Grundzüge der armenischen Etymologie. 1, reedición en Hübschmann (1976: 152), Leipzig.

KORTLANDT, Frederik (1985), «The syncretism of nominative and accusative singular in Armenian», en REArm N. S. 19: 19-24.

MORANI, Moreno (1981-82), «Armeno e problema satem«, en HA: 13-30.

Francisco de Quevedo y la búsqueda de una nueva picaresca

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Historia dela vida del Buscón, llamado don Pablos, exemplo de Vagamundos, y espejo de tacaños (en adelante, El Buscón) es la única novela escrita por Francisco de Quevedo Villegas y Santibáñez Cevallos, una de las grandes plumas de la historia de la literatura española en lengua castellana.

Esta novela fue publicada en multitud de ediciones piratas en vida del propio Quevedo. No obstante, el escritor madrileño jamás reconoció la autoría de su novela ni autorizó su publicación. Según el crítico Domingo Ynduráin, la novela se escribió después de 1603 y antes de 1626, esto es, en una época en que el imperio español (la «monarquía universal española», como era denominada en ese periodo histórico), que se había fraguado con una debilidad interna y una dependencia de capitales foráneos muy notables, comenzaba lenta pero inexorablemente a derrumbarse con la derrota de la Armada Invencible y las constantes y crecientes revueltas anticoloniales en los Países Bajos.

Ha sido mucha la tinta vertida en torno a El Buscón por multitud de críticos, entre los que destacan Leo Spitzer, Fernando Lázaro Carreter, Francisco Rico, Antonio Rey Hazas o Domingo Ynduráin. Por tanto, no es en modo alguno mi intención decir nada que no esté ya dicho por los grandes estudiosos de esta obra. El único propósito de este artículo es escribir a vuela pluma algunas impresiones sobre esta obra cumbre de la literatura española del Siglo de Oro.

La historia de don Pablos, protagonista del Buscón, una novela en clave autobiográfica, es la historia de un pícaro que rompe con algunos de los cánones más importantes del género picaresco. Y es que, a diferencia del Lazarillo o el Guzmán de Alfarache, en el Buscón no hay intención moralizante alguna. Efectivamente, poco le importa a Quevedo proponer, al modo picaresco clásico, alguna alternativa ética. Al contrario, en la novela del escritor madrileño lo determinante es la sátira, la ridiculización y la burla de un personaje cínico, de un buscavidas pendenciero e inestable que se ve envuelto en todo tipo de argucias, embustes y chanchullos pero que, al mismo tiempo, no cesa de tener fe en poder abandonar su vida de deshonra, miserias morales y estrecheces de todo tipo.

El hecho de que Quevedo rompiera algunos de los preceptos narrativos esenciales de la novela picaresca es lo que ha llevado a algunos críticos literarios a sostener que el Buscón no es en absoluto una novela picaresca. Sea como fuere, lo que interesa resaltar ahora es que nos encontramos ante una obra con mayúsculas de la literatura española en castellano, una novela en la que Quevedo demuestra una vez más su particular pirotecnia verbal, su maestría conceptista para construir una historia repleta de metáforas, dilogías e hipérboles. Juegos verbales, chistes, retorcimientos léxicos, ironía y sátira por doquier para demostrar un ingenio con las palabras que pocos autores han alcanzado en la historia de nuestra literatura.

Al final, la gran pluma del español fustigó a toda una época, pero no con el objetivo de hacerla progresar —cosa que no era el objetivo siquiera remoto de Quevedo—, sino para exaltar lo caduco, lo que hacía que ese imperio español donde «no se ponía el sol» se fuera resquebrajando progresivamente, lo aristocrático, lo nobiliario, lo caballeresco; en definitiva, todo aquello que para Francisco de Quevedo, un personaje destacado de la clase dominante de la época, era excelso y honroso. Es decir, todo lo contrario del submundo que de forma tan cómica, grotesca y genial aparece reflejado en esa gran novela que es el Buscón. 

Las palabras vuelan, los escritos permanecen

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Manuscrito de las «Mocedades de Rodrigo»

Verba volant, scripta manent. Las palabras vuelan, los escritos permanecen, decían los clásicos latinos.

Las palabras son vanas, banales. A las palabras se las lleva el viento. Son polvo del mañana. Por eso lo escrito es la base de la Historia, que va más allá del recuerdo de lo vivido; de la memoria, que es limitada, como limitada es siempre la libertad del ser humano.

Pero sin las palabras, sin la fluidez, la frescura y la espontaneidad de la oralidad, no podrían existir la literatura, la historia; el registro escrito, en definitiva. En realidad, ambos registros se retroalimentan; son como uña y carne. Lo primero que surge en el desarrollo histórico de la Humanidad no son los sistemas de escritura, sino el lenguaje oral. Sin este no habrían podido nacer y desarrollarse los miles y miles de sistemas lingüísticos escritos que conocemos hoy. De hecho, hoy existen multitud de lenguas en el mundo que carecen de escritura y, por tanto, de sistemas ortotipográficos. Son lenguas de pleno derecho, al contrario de lo que consideraba la lingüística hegemónica hasta hace pocos decenios, que exigía que una lengua, para ser considerada tal, tuviera una tradición literaria «de prestigio».

No obstante, la pretensión de este blog es, fundamentalmente, la de estudiar, rescatar, criticar, explorar, auscultar y diseccionar lo escrito, lo lingüístico, lo literario, lo narrativo, lo poético, lo teatral y mucho más, de lo que un servidor conozca como más interesante y representativo de las letras en castellano, ya sea de los países de América Latina, de España o de cualquier lugar donde se hable y se escriba nuestra lengua con mejor o peor fortuna.

Encontrarán en este pequeño rincón de las letras referencias a estudios sobre lingüística general y comparada, así como sobre corrección ortotipográfica y de estilo. Y en esta librería virtual habrá un anaquel reservado exclusivamente para la crítica literaria en castellano. Críticas sin pretensión de pontificar, críticas que solo tienen la intención de compartir y estimular la fascinación por la creación literaria como vivo reflejo dinámico de una sociedad determinada y en constante cambio.

Disfruten de lo leído, disfruten de lo vivido.